Lima - Perú
ABSTRACT
The increasingly infrequent use of the semicolon and other punctuation marks, produced in the Spanish language, a considerable loss of the essence of language. This article deals with the frequent adjustments to the Spanish language to the current globalizing prevailing in the world.
RESUMEN
El cada vez más infrecuente uso del punto y coma y de otros signos de puntuación, produce en el idioma español, una pérdida considerable de la esencia del idioma. Este artículo trata de esta circunstancia a la luz de las frecuentes adaptaciones del idioma español a la corriente globalizante que hoy impera en el mundo.
Hace solo unos
pocos lustros, el idioma español ha sufrido algunos sutiles pero importantes
cambios, lamentablemente poco advertidos y nunca suficientemente justificados. Son
emblemáticos los casos de la exclusión definitiva de la “ch” y de la “ll” del
abecedario que, como se dijo en su momento, son “conjuntos de dos letras o grafemas que representan un solo fonema”,
además se dijo que de esa manera “el
español se asimila al resto de las lenguas de escritura alfabética”[1].
A la fecha se ha cambiado el nombre de algunas letras, por ejemplo la “i
griega” se llamará “ye” y la “i latina” simplemente se llamará “i” [2],
siempre con el poco consistente argumento de la uniformización idiomática
global. Ya había ocurrido un caso similar en 1991 cuando la Unión Europea (UE) pretendió suprimir
la letra “ñ” de los teclados de computadora, pues España exigía ese requisito
para los productos vendidos dentro de su territorio; la UE la consideraba una
medida proteccionista que violaba el principio de libre circulación de
mercancías. Felizmente la RAE reaccionó oportunamente y en abril de 1993 con un
Real Decreto el gobierno español se acogió al Tratado de Maastricht, que
admitía en la UE excepciones que tuvieran carácter cultural[3].
La profusión
de textos sobre distintos formatos, por la revolución de la información
omnipresente y las tecnologías disponibles, ha contribuido a que aquellos
cambios, pasen a veces totalmente desapercibidos y notoriamente ignorados por
el público usuario del idioma.
En este
pequeño artículo, nos vamos a referir específicamente al uso cada vez menos
frecuente del punto y coma tanto en el periodismo tradicional cuanto en la
mayoría de los textos web; incluso en la literatura de autores jóvenes, hay una
ausencia notoria de este importante signo de puntuación, que parece haber caído
en la obsolescencia o quizás, esperemos, sólo sea víctima de la indiferencia
producto de la ignorancia globalizada.
TECNOLOGÍA COMUNICACIONAL: USO Y ABUSO
Los tiempos
tecnológicos en que vivimos, con la tecnología de comunicación disponible, y
los distintos soportes de comunicación, han privilegiado la brevedad y la
concisión, además de la inmediatez temporal y la tendencia a la practicidad y
abreviación idiomática. Las redes sociales, imponen la impronta de lo breve,
de lo efímero, de lo practico en desmedro de lo estético, el fin que se impone
a los medios, etc. Debemos aceptar que estos tiempos ya no son de largos
discursos, de explicaciones prolongadas ni menos de argumentaciones
complicadas; estamos en una época en la que el uso de los dedos pulgares[4],
supera al de la facultad del habla.
Es evidente
que la predominancia de frases cortas, intercaladas y abreviadas, no es el
mejor escenario para el uso de ningún signo de puntuación; hay una suerte de economía del dígito, se escribe sólo lo
indispensable y se abusa impunemente de la abreviación y la transgresión
idiomática a todo nivel. Además, el signo de puntuación parece obsoleto en
medio de frases tan cortas que los hacen innecesarios ¿Para qué escribir un
punto aparte o seguido? ¿Para qué una coma o punto y coma? ¿Para qué escribir
dos puntos? Los signos de puntuación no encuentran lugar ni terreno propicio
en medio de la predominante cortedad tecnológica.
EJERCICIO DE FUTUROLOGÍA
Supongamos por
unos instantes un escenario en el que el punto y coma desaparezca como signo de
puntuación, fundamentalmente por la falta de uso; razón principal por la que la
RAE decide la admisión o inadmisibilidad de una palabra o símbolo. La
supervivencia del signo de puntuación, en primer lugar se prolongaría por el
uso que de aquellos hagan las personas que lo han incorporado en su acervo personal
desde antes de su desaparición; ese uso ciertamente terminaría con la cronología de sus
vidas, en vista de que la trasmisión a las nuevas generaciones sería improbable e incierta.
Una segunda posibilidad es que la tecnología, presunta responsable del retiro
de los signos de puntuación o de la inadmisibilidad de los mismos, sea su
salvadora, pero no con el objetivo esperado sino porque ha incluido dentro de
sus múltiples lenguajes de programación al punto y coma entre otros, como uno más
de sus símbolos o componentes léxicos (tokens).
Quizás solo por eso se aseguraría su supervivencia, pero la pausa de duración indeterminada del punto y coma, aquella que los
oyentes solemos advertir instintivamente cuando escuchamos y que nos induce a
seguir oyendo, desaparecería irremediablemente de nuestro lenguaje familiar y
cotidiano.
LA EMOCIÓN DE LA PUNTUACIÓN
Se dice que la
comunicación efectivamente se establece cuando hay una conexión entre un emisor
y un receptor; ciertamente la reciprocidad comunicativa puede darse, aunque, es
cierto, no es del todo obligatoria para que dicha conexión se establezca. Sin
embargo la comunicación no es una simple trasmisión de símbolos auditivos o
gráficos, tiene anexa una connotación más compleja: junto al mensaje o al
discurso se trasmite una carga espiritual y emotiva, que el discurso escrito
pretende traducir lo más fielmente posible; es ahí donde los signos de
puntuación cobran particular importancia.
Hay que añadir que los signos de puntuación tienen un papel muy importante en el idioma. Los
diferentes signos disponibles, marcan el ritmo del discurso; establecen énfasis
y lógica en las frases y sentencias; localizan las necesarias pausas en el
momento oportuno; en resumen, equiparan el lenguaje escrito con su referente
genuino: el lenguaje hablado.
Lo dicho en el
párrafo precedente sirve igual para todos los idiomas en los que la puntuación,
adecuadamente utilizada, produce un efecto que va más allá de la simple pausa en el
discurso y avanza hasta darle aquel contenido emocional. Ilustremos lo dicho en el
idioma inglés. En su celebrada obra "David Copperfield", Charles
Dickens, escribe la famosa frase: "Tell
her, 'Barkis is willin'!' Just so."; esta frase es pronunciada por el
personaje Mr. Barkis, el cochero, que conversa con David; se trata de un
encargo para Mrs. Peggotty, una mujer que sirve en casa de los Copperfield, y de
la cual Mr. Barkis estaba enamorado y que pretendía en secreto[5].
Nótese bien el sentido de la frase y la elocuente pausa y énfasis que la
puntuación produce.
Miguel de Cervantes
ejemplifica muy bien el sentido emocional de las pausas de puntuación cuando hace
decir a Don Quijote: “La libertad,
Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos;
con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar
encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la
vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los
hombres”.
A MODO DE CONCLUSIÓN
El DRAE
felizmente aún conserva los signos de puntuación y todavía explica la
pertinencia de su uso, aunque de una manera técnica por la brevedad que también la
asola. Un idioma debería mantener aquel poder de servir de medio para trasmitir
algo más que signos efímeros; acoger y no rechazar aquello que le da
trascendencia y espiritualidad; rechazar aquellos intentos de uniformización
globalizante que destruye lo genuino y único, con el pernicioso objetivo de aquella
entelequia de la comunicación global. Nunca debe bastar conformarse con sólo hacerse entender, y
siempre será mucho mejor hacerse sentir.
Copyright © miguelruizdecastilla (2015)
[1] RAE (Real Academia Española de la Lengua), “Exclusión de la ch y de la ll del
abecedario”, tomado del siguiente enlace: http://www.rae.es/consultas/exclusion-de-ch-y-ll-del-abecedario
[2] Cfr.
http://www.emol.com/noticias/internacional/2010/11/05/445512/rae-decidio-eliminar-letras-del-alfabeto-y-cambiarle-el-nombre-a-otras.html
[3] Cfr. Wiki, https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%91#La_pol.C3.A9mica_con_la_UE_en_1991
[4] Curiosamente el uso del dedo pulgar, según muchas
investigaciones, es un signo antropológico de evolución respecto a nuestros
ancestros primates; los latinos lo denominaban pollex (dedo pólice) y también digitus
primus manus (primer dedo de la mano). Actualmente su uso frecuente, podría
interpretarse como una reedición de aquella evolución o bien como una nueva
etapa evolutiva humana. Recordemos que sólo el dedo pulgar tiene la natural
habilidad para moverse en todas las direcciones sin mover siquiera la mano.
[5] La escena y la frase, dicha con simpleza y
espontaneidad, ha sido muchas veces repetida tanto en las conversaciones
personales, obras de teatro e incluso canciones. Todo inglés medianamente
informado, al escuchar la frase, comprende perfectamente su sentido e
intención, y recuerda la escena y la circunstancia. Es uno de los momentos de
sutil genialidad literaria de Dickens.