sábado, 23 de enero de 2016

EL INMERECIDO EXILIO DE FRANCISCO PIZARRO

THE UNDESERVED EXILE OF FRANCISCO PIZARRO

Autor: Miguel Ruiz de Castilla
24 de enero de 2016
Lima - Perú

ABSTRACT
Sculpture of Francisco Pizarro, has been moved three times in its history and today, it altered its original sculptural form, is confined to a marginal place in the city of Lima. This can be considered as an attack against culture. This article relates to the circumstances surrounding the frequent transfers of the sculpture and the need to correct it.

RESUMEN
La escultura de Francisco Pizarro, ha sido trasladada tres veces en toda su historia y hoy, alterada en su original forma escultórica, está confinada en un lugar marginal de la ciudad de Lima. Este hecho puede ser considerado como un atentado de lesa cultura. Este artículo se refiere a las circunstancias que han rodeado a los frecuentes traslados de la escultura y la necesidad de corregirlo.

Es posible que el título de este breve artículo sea equívoco en cuanto menciona una situación que el personaje histórico al cual se refiere, nunca sufrió en vida, sin embargo, busca llamar la atención sobre un hecho revelador de la naturaleza humana y que se repite cual eterno retorno, en múltiples contextos y situaciones.
Para los peruanos, como para muchos latinoamericanos, un desconocido y a la vez muy reconocido escultor norteamericano Charles Cary Rumsey, nacido en Buffalo, Nueva York, en 1879, tuvo entre sus numerosas obras, una escultura del conquistador del Perú, Francisco Pizarro. Este diseño, según se pudo saber a través de acreditados estudios históricos[1], se repitió tal cual en tres versiones de la pieza, aunque en diferentes tamaños y dimensiones. La obra original de 1.80 m de altura, data de 1910 y fue donada por el escultor y su esposa y, actualmente permanece expuesta en el frontis de la Albright-Knox Art Gallery, Buffalo, Nueva York; la segunda versión apareció expuesta en el centro de la Sala de la Cúpula, en el Grand Palais, París (1927); aquella exposición estuvo dedicada a la extensa colección retrospectiva de las obras del escultor Charles Cary Rumsey, en aquella fecha ya fallecido hacía cinco años. Dos años después (1929) esta misma versión sería donada para ser ubicada en el atrio de la Iglesia de San Martín, en la Plaza Mayor de Trujillo (España), donde permanece hasta la actualidad. Una tercera y última versión de la pieza escultórica había sido realizada por Rumsey en 1910, estatua gemela a la de Trujillo (España) pero fue fundida por E. Gargani, en Brooklyn, Nueva York; data de 1934, el mismo año que fue embarcada hacia Lima (Perú). Llama la atención la discrepancia de dimensiones con la pieza trujillana, se dijo entonces que la estatua limeña medía 6.60 metros de altura y pesaba 5,850 kilogramos[2].
Los entendidos en fundición de piezas de bronce advierten que también hubo diferencias en este aspecto, dado que las tres versiones fueron encargadas a distintos fundidores cuyas técnicas diferían notablemente[3].
MONUMENTO A FRANCISCO PIZARRO Y SU INUSITADO PERIPLO LIMEÑO
A su arribo a Lima (Perú), la escultura destinada a esta ciudad, recorrió un espacio minúsculo en sus tres ubicaciones conocidas, apenas unas contadas calles de distancia; llama la atención que las tres ubicaciones giran en torno a la plaza mayor y siempre muy cerca del Palacio de Gobierno. A continuación nos referimos como ilustración a dicho sorprendente itinerario.
PRIMERA UBICACIÓN
El año 1935 Lima celebraba su cuarto centenario de fundación española, se organizaron celebraciones de conmemoración; estuvieron presentes las autoridades principales de Lima en la persona de su alcalde y también de España, nada menos que un ministro plenipotenciario, y también el embajador de los EEUU. Una foto de la época da cuenta de la fastuosa ceremonia develando el monumento al que en ese entonces se consideraba “figura preclara del héroe y del civilizador” y también “la obligación inmensa de todos nuestros pueblos hacia la Madre España, gran colonizadora del Nuevo Mundo”; no faltaron desfiles militares en la plaza Mayor de Lima, los discursos de orden de preclaras autoridades, dando realce a tan significativa conmemoración; todo esto sucedía el 18 de enero de 1935.


Fotografía del monumento a Francisco Pizarro en el Atrio de la Catedral de Lima, a poco de su inauguración el año 1935. Se notan las coronas y guirnaldas colocadas para resaltar el acontecimiento.


Ubicación del monumento a Francisco Pizarro en el atrio de la Catedral de Lima lugar en el que permaneció hasta 1952.


SEGUNDA UBICACIÓN
El 26 de julio de 1952, apenas dos días antes de celebrarse otro aniversario patrio en el Perú (28 de julio) se traslada el monumento de Francisco Pizarro, de su lugar original en el atrio de la Catedral de Lima, a un espacio nuevo, más cercano al Palacio de Gobierno, y siempre mirando a la plaza Mayor. La inauguración se produjo precisamente el 28 de julio (día nacional del Perú), lo cual indica que el traslado fue meditado y planificado previamente. Por esa época, en circunstancias poco conocidas, se había derrumbado uno de los viejos solares coloniales, quizás por los constantes temblores que azotaron Lima. El hecho es que el espacio de dicho solar, fue destinado a una pequeña plazoleta aledaña a la plaza Mayor, de tamaño cuadrangular. Según se afirma con frecuencia, la decisión del traslado del monumento se debió a una decisión personal del propio Presidente de la República (Manuel A. Odria), la cual no dejó de tener detractores. El hecho objetivo es que se logró que la Plazoleta sea inaugurada en un día emblemático para el Perú y bautizada como la Plaza Pizarro.
En 1968 se promovió la idea de trasladar la estatua de su ubicación en la Plaza Pizarro al patio de Palacio de Gobierno, y en 1972 surgió otra iniciativa para moverla al vecino distrito del Rímac, en la margen derecha del río, aunque ninguna de ellas se llegó a cumplir[4].


A partir de 1952 el monumento a Francisco Pizarro ocupó un lugar cuadrangular cercano tanto a la Municipalidad de Lima (edificio de balcones que se ve al fondo) como al Palacio de Gobierno. El monumento conserva el conjunto escultórico original con su hermosa base y placas de bronce.


Vista de la Plaza Pizarro con el monumento, y como fondo, el ala derecha del Palacio de Gobierno.



TERCERA UBICACIÓN (ACTUAL)
Un día sábado, el 26 de abril de 2003, en horas de la noche, la población de Lima fue sorprendida con la noticia del traslado del monumento de la Plaza Pizarro. El acontecimiento fue tan repentino que pocos medios de comunicación estuvieron enterados del hecho y lo comunicaron con informes especiales en improvisados reportes en vivo. Tampoco se sabía en aquella fecha el lugar de destino del monumento, si iba a ser destinado a un museo o a su definitiva fundición. Nuevamente, tal como ocurrió en su segundo traslado, fue una decisión unilateral y claramente contaminada, esta vez, de intolerancia y oportunismo político, sobre todo del Alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio, que según muchos, simplemente aprovechaba una inmejorable ocasión de ganar más adeptos. Finalmente, luego de varias semanas, el 19 de octubre de 2004, más de un año después de su nocturno retiro, con la mismo silencio y secreto, se le ubicó en un lugar casi escondido del novísimo y muy promocionado Parque de la Muralla, aledaño al río Rímac, obra emblemática del alcalde Luis Castañeda. El monumento se encuentra casi al nivel del piso, el pedestal original que permaneció en las dos anteriores ubicaciones y que formaba parte inseparable del conjunto escultórico, ha desaparecido, tampoco se sabe el destino de las placas de bronce que adornaban los costados.


Una de las pocas fotografías que se conservan del cuasi clandestino e inconsulto retiro del monumento a Francisco Pizarro el sábado 26 de abril de 2003. La demolición de la base se produjo en los siguientes días para lo cual se cercó el perímetro para evitar a los curiosos.


Dos vistas del monumento en su ubicación actual, sin la base y las placas de bronce. La intención de ocultamiento y maltrato al personaje representado, es más que elocuente.



OPORTUNISMO POLÍTICO IDEOLÓGICO O ATENTADO DE LESA CULTURA
Los pueblos no pueden negar su historia, es precisamente aquel itinerario histórico para bien o para mal, el que enriquece, justifica y explica el presente y fundamenta el futuro de las naciones. La humanidad, antes como ahora, debe avanzar asumiendo sus aciertos y errores, sin pretender negar el pasado. Es cierto que la estratigrafía arqueológica nos demuestra que las civilizaciones pueden superponerse, aun cuando casi siempre la evolución de la humanidad y la civilización que aspiramos a conquistar, debería construir sobre lo construido, nunca debería basar su progreso en la destrucción y el ocultamiento.
La barbarie que la humanidad en su mayoría deplora, se expresa en actos como la destrucción de templos históricos, apelando a razones religiosas o ideológicas, que nunca suelen ser las mejores consejeras[5].
El traslado de la escultura de Francisco Pizarro y el maltrato, si es que puede ser considerado de esa manera, es un evidente atentado de lesa cultura. Ninguna de las razones manifestadas por los que tuvieron la poco feliz iniciativa de confinar la escultura a un poco digno y marginal lugar, tienen sustento real. La supuesta ofensa de una escultura ecuestre del conquistador del Perú a los ciudadanos “conquistados”, es un imposible real en vista de que los ciudadanos peruanos, no sólo no son los mismos, sino que comparten con aquello que representa Francisco Pizarro, la esencia de su propia realidad presente de la que les es imposible abstraerse. El problema visto desde el punto de vista objetivo, sin apasionamientos de coyuntura, se refiere al hecho mismo de la destrucción de una obra de arte, una expresión y manifestación humana que por serlo, debe merecer el destino de su preservación para las futuras generaciones. Es inimaginable que alguien pueda destruir la obra maestra de Leonardo Da Vinci, la Mona Lisa, por el solo hecho de que alguien considere su enigmática sonrisa como ofensiva.
Lima, ciudad hermosa y de milenaria historia, merece mostrar las peripecias de su ajetreada y riquísima historia, sin sectarismos y mezquindades, sin el totalitarismo egoísta de aquellos que pretenden salir del total anonimato, exacerbando los ánimos y las bajas pasiones de coyuntura. Francisco Pizarro, es y será, no importando lo que hagan algunos para negarlo u ocultarlo, parte esencial de Lima, ciudad en la vivió y murió y en donde reposan sus restos. De todo el mundo, los que visitan Lima, lo hacen en gran medida para ver la ciudad de Francisco Pizarro, visitar la Casa de Pizarro, tal y como se le denomina al Palacio de Gobierno y visitar su sepulcro y admirar en sus restos, la hazaña que en su momento le tocó protagonizar, con sus errores y aciertos, que hoy por hoy, a las personas de estos tiempos, no nos toca juzgar ni menos castigar.


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[1] Rafael Varón Gabai, La Estatua de Francisco Pizarro en Lima. Historia e Identidad Nacional, 2006, Fundación Telefónica. Revista de Indias.
[2] Para un resumen de los datos históricos disponibles se puede revisar el siguiente enlace:
http://limalaunica.blogspot.com/2010/11/el-monumento-francisco-pizarro.html
[3] La pieza original de la efigie ecuestre de Francisco Pizarro fue fundida en 1910 en París, en bronce, con la técnica de la cera perdida, en una sola pieza sin soldadura. En 1934 la pieza con destino a Lima, si bien había sido realizada por Rumsey en 1910, fue fundida por E. Gargani, en Brooklyn, Nueva York, con una técnica aparentemente diferente a la usada para su gemela de Trujillo. (Cfr. http://limalaunica.blogspot.com/2010/11/el-monumento-francisco-pizarro.html)
[4] http://limalaunica.blogspot.com/2010/11/el-monumento-francisco-pizarro.html
[5] A mediados de 2015, el mundo vio con asombro la destrucción del templo romano de Baal en Palmira (Siria) por un grupo fundamentalista, el que fue considerado patrimonio de la humanidad. (Cfr. http://cortocircuito2012.blogspot.pe/2015/08/un-crimen-de-lesa-cultura-la.html)