Autor: Miguel Ruiz de Castilla
22 de marzo de 2015Lima - Perú
ABSTRACT
In this article we refer to some semantic overlap on two protagonists of the great universal novel, "The Ingenious Hidalgo Don Quixote": Don Quixote and Dulcinea.
RESUMEN
En este artículo nos referimos a algunas coincidencias semánticas respecto de dos protagonistas de la genial novela universal, "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha": Don Quijote y Dulcinea.
Mucho se ha estudiado y comentado sobre la más importante obra escrita en nuestro idioma: El Quijote de La Mancha; se han dedicado importantes estudios históricos, literarios, lexicográficos, estilísticos, lingüísticos y hasta psicológicos. En este artículo solo pretendemos, desde nuestra posición de lectores, hacer algunas reflexiones sobre aspectos, considerados quizás nimios, sobre esta importante obra, que ha acompañado nuestra vida desde la infancia, con el mismo sabor, aroma y afán curioso y jocoso de siempre.
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Miguel de Cervantes y Saavedra (Alcalá de Henares, 1547-Madrid, 1616), a pesar de los siglos transcurridos, no nos deja de sorprender, no sólo atribuye su propia obra a un ficticio arábigo Cide Hamete Benengeli y se coloca él mismo como simple copista y rescatador de una historia condenada al olvido, sino que incluye varias novelas dentro de su obra. Las figuras literarias parecen infinitas, las metáforas están por doquier y todo dentro de la sencillez del argumento y de la trama.
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Cervantes repitió con frecuencia aquel expediente de trocar nombres y hacer sutiles y jocosas alusiones a la realidad sin nunca descuidar el otorgar sonoridad y majestuosidad a sus personajes. Es conocido el texto del Quijote en que el personaje escoge cuidadosamente el nombre que ha de ostentar en su heroico periplo y para lo cual tardó hasta ocho días.[1]
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Al momento de la redacción de este artículo, se recibe la noticia del posible hallazgo de los restos óseos de Miguel de Cervantes, en un enterramiento del convento de las trinitarias de Madrid.[3]
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Respecto a la identidad real del personaje Alonso Quijano, la teoría más aceptada data de hace siete décadas (1948) y decía que el modelo de El Quijote era “… un fraile agustino de Esquivias que murió mucho antes de que naciera Cervantes y que no era del entorno de El Toboso”; esta teoría que no fue rebatida por nadie, era sostenida por Astrana Marín desde 1948 del pasado siglo. El 2014 el historiador Francisco Javier Escudero junto con la arqueóloga Isabel Sánchez Duque, enfocan su atención sobre un personaje: el “… regidor Rodrigo Quijada, de quien han hallado media docena de documentos, ninguno de los cuales le retrata como un hombre «bueno», ya que fue «un personaje muy polémico que estuvo muy mal visto en todos los pueblos de la zona», y que, según su biografía, se merecía el maltrato que se le da al Quijote en la novela”. [4]
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El DRAE
recoge el significado de la palabra quijote,
y dice que procede del catalán cuixot,
y este del latín coxa, cadera. Y se
refiere a la “pieza del arnés destinada a
cubrir el muslo. En el cuarto trasero de las caballerías, parte comprendida
entre el cuadril y el corvejón”.[5]
Aunque, considerando que el sufijo “ote”,
tiene una connotación peyorativa, aun en época de Cervantes, es necesario
buscar el significado de la raíz “quijo”,
que no se encuentra documentada suficientemente y la única referencia es un oscuro
americanismo de supuesto origen aimara que consigna el mismo DRAE diciendo: “(Del aim. kisu, kala). Cuarzo que en los
filones sirve regularmente de matriz al mineral de oro o plata”. [6]
No es aventurado pensar que la palabra quijo tuviera algún significado similar en el español antiguo y que no ha sobrevivido hasta la actualidad y en base al cual Cervantes construyera su personaje principal como El Quijote de la Mancha; o quizás pretendió esbozar una metáfora literaria y decir algo como "el quijo en medio de la planicie manchega" o bien, algo muy especial y único (quijo) en medio de la monotonía del paisaje.
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Siendo Cervantes un escritor destacadamente ilustrado, y su personaje (Don Quijote) también, es inverosímil que se ciñera de manera fiel a la prosaica realidad al momento de pensar en sus personajes. El mismo Cervantes manifestó su deseo de no referirse claramente a la realidad cuando empieza con la famosa frase: “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme…”.[7] No parece haber puesto mucho interés tampoco en referirse al nombre del ilustre personaje principal de su obra cuando afirma: “… tenía el sobrenombre de Quijada, o Quesada... aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llamaba Quijana”.[8]
Queda claro que Cervantes apela a la indefinición en este señalado punto. Por lo demás, la idea, novedosa de que Cervantes simplemente traducía lo que había escrito el arábigo Cide Hamete Benengeli sobre un personaje (Don Quijote) a través del cual, a su vez, hablaba el mismo Cervantes, sorprende por el giro siempre misterioso que le imprime a su genial relato.
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Pudiera ser también que Cervantes simplemente apelara a la popularidad o dispersión del nombre quijote, derivado del catalán, con su significado caballeresco de protección, así quijote seria en realidad, dicho jocosamente, "protección y tutela de La Mancha", adquiriendo el título de la obra un sentido más lógico. Sin embargo y como suele ocurrir con frecuencia, lo aparentemente obvio es enemigo de la verdad, de la lógica y del arte; y este aserto cobra renovada vigencia en la literatura de ficción. No es algo esperable que un escritor de los recursos intelectuales y creativos como Cervantes, pueda o necesite apelar a lo obvio, su interés principal es en definitiva artístico y estilístico. Si seguimos la teoría de que quijote era en realidad una mención metafórica, de la cuales está llena la obra, veamos el caso particular de Dulcinea del Toboso, nombre de sonoro timbre y sabor, que da para el análisis. La mención a Dulcinea es temprana en la obra, se encuentra en los sonetos que adornan el prólogo de la obra y también tempranamente en el primer capítulo de la primera parte donde se dice lo siguiente: “… Llamábase Aldonza Lorenzo, y a ésta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos; y, buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo, y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla Dulcinea del Toboso, porque era natural del Toboso; nombre, a su parecer, músico y peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto”.[9]
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La elección del nombre, Dulcinea, y el de su patria, El Toboso, tampoco debían ser casualidades o referencias circunstanciales. La intención estilística al elegir el nombre de la heroína, Dulcinea, parece ser clara y es resaltar la dulzura que Don Quijote creía ver en medio de sus desvaríos, en aquella campesina cuya simpleza distaba mucho de adornos tan encumbrados. En cuanto al El Toboso, el pueblo realmente existe; es “… el municipio (que) recibe el nombre de El Toboso porque en él abundaban las tobas (cardo grande)”.[10]
La referencia a los cardos parece inverosímil debido a lo árido del paisaje manchego y además a la nula referencia de aquellos arbustos en el texto de la obra.
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La palabra toba no está incluida en el DRAE, aunque sí está las sucedáneas adjetivas toboso-sa, es uno de los múltiples casos de inexplicables omisiones en que incurre la Real Academia Española[11]. El diccionario Espasa-Calpe (2005), incluye la palabra toba como: “Piedra caliza, muy porosa y ligera, formada por la cal que llevan en disolución las aguas de ciertos manantiales: suelo de toba”.[12]
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No deja de sorprender la coincidencia semántica entre la palabra quijo que supuestamente pudo dar origen a quijote y a toba que da origen a toboso, patria de Dulcinea; ambas tienen una connotación lítica en sus acepciones. La coincidencia puede ser solo eso y no lleva necesariamente a a afirmar la existencia de cierta litofilia[13] en la elección de los nombres, aunque tampoco podría descartarse. Amando de Miguel describe claramente a la litofilia, a la que se declara muy aficionado: “Se me dejará utilizar el neologismo, fácil de entender, por otra parte. La “litofilia” no es más que el amor a las piedras. Al menos yo tengo ese sentimiento. No es solo la afección por las piedras labradas, la huella del trabajo humano y el gusto artístico. Me complacen las piedras cualesquiera que adornan la naturaleza, como las flores, las plantas o los animales. No me refiero tanto al gusto por las gemas, los minerales cristalizados. Las simples piedras de cada paisaje son ya bellas. Reunidas las de distintas formas, colores y texturas, componen una silenciosa sinfonía. Importa la variedad”.[14]
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En vista de que está probado que El Quijote se
escribió, por lo menos en su parte inicial, en una cárcel (la Real de Sevilla),
confirmando este hecho el propio Cervantes en el primer párrafo de su prólogo: “¿qué podrá engendrar el estéril y mal
cultivado ingenio mío, sino la historia de un hijo seco,
avellanado, antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginados de
otro alguno, bien como quien se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad
tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación?”[15]
Es comprensible que es este ambiente pétreo, la mente del autor del Quijote,
pudo urdir estos atisbos y referencias líticas, personificando, al menos en
parte, las desventuras de su héroe, en los padecimientos de su propia condición
de cautivo.No es aventurado pensar que la palabra quijo tuviera algún significado similar en el español antiguo y que no ha sobrevivido hasta la actualidad y en base al cual Cervantes construyera su personaje principal como El Quijote de la Mancha; o quizás pretendió esbozar una metáfora literaria y decir algo como "el quijo en medio de la planicie manchega" o bien, algo muy especial y único (quijo) en medio de la monotonía del paisaje.
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Siendo Cervantes un escritor destacadamente ilustrado, y su personaje (Don Quijote) también, es inverosímil que se ciñera de manera fiel a la prosaica realidad al momento de pensar en sus personajes. El mismo Cervantes manifestó su deseo de no referirse claramente a la realidad cuando empieza con la famosa frase: “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme…”.[7] No parece haber puesto mucho interés tampoco en referirse al nombre del ilustre personaje principal de su obra cuando afirma: “… tenía el sobrenombre de Quijada, o Quesada... aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llamaba Quijana”.[8]
Queda claro que Cervantes apela a la indefinición en este señalado punto. Por lo demás, la idea, novedosa de que Cervantes simplemente traducía lo que había escrito el arábigo Cide Hamete Benengeli sobre un personaje (Don Quijote) a través del cual, a su vez, hablaba el mismo Cervantes, sorprende por el giro siempre misterioso que le imprime a su genial relato.
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Pudiera ser también que Cervantes simplemente apelara a la popularidad o dispersión del nombre quijote, derivado del catalán, con su significado caballeresco de protección, así quijote seria en realidad, dicho jocosamente, "protección y tutela de La Mancha", adquiriendo el título de la obra un sentido más lógico. Sin embargo y como suele ocurrir con frecuencia, lo aparentemente obvio es enemigo de la verdad, de la lógica y del arte; y este aserto cobra renovada vigencia en la literatura de ficción. No es algo esperable que un escritor de los recursos intelectuales y creativos como Cervantes, pueda o necesite apelar a lo obvio, su interés principal es en definitiva artístico y estilístico. Si seguimos la teoría de que quijote era en realidad una mención metafórica, de la cuales está llena la obra, veamos el caso particular de Dulcinea del Toboso, nombre de sonoro timbre y sabor, que da para el análisis. La mención a Dulcinea es temprana en la obra, se encuentra en los sonetos que adornan el prólogo de la obra y también tempranamente en el primer capítulo de la primera parte donde se dice lo siguiente: “… Llamábase Aldonza Lorenzo, y a ésta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos; y, buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo, y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla Dulcinea del Toboso, porque era natural del Toboso; nombre, a su parecer, músico y peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto”.[9]
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La elección del nombre, Dulcinea, y el de su patria, El Toboso, tampoco debían ser casualidades o referencias circunstanciales. La intención estilística al elegir el nombre de la heroína, Dulcinea, parece ser clara y es resaltar la dulzura que Don Quijote creía ver en medio de sus desvaríos, en aquella campesina cuya simpleza distaba mucho de adornos tan encumbrados. En cuanto al El Toboso, el pueblo realmente existe; es “… el municipio (que) recibe el nombre de El Toboso porque en él abundaban las tobas (cardo grande)”.[10]
La referencia a los cardos parece inverosímil debido a lo árido del paisaje manchego y además a la nula referencia de aquellos arbustos en el texto de la obra.
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[1] Alonso Quijano “quiso
ponerse nombre a sí mismo, y en este pensamiento duró otros ocho días, y al
cabo se vino a llamar don Quijote. [...] Quiso, como buen caballero, añadir al
suyo el nombre de su patria y llamarse "don Quijote de la Mancha",
con que a su parecer declaraba muy al vivo su linaje y patria, y la honraba».
[2] «La historia de Don Quijote no es inventada, es real»
Lidia Yanel (EFE) / Toledo Día 24/11/2014 - 10.40h Fuente:
http://www.abc.es/cultura/libros/20141124/abci-historia-quijote-inventada-real-201411240828.html
[3] Cfr. http://cultura.elpais.com/cultura/2015/03/17/actualidad/1426582091_425701.html
[4] «La historia de Don Quijote no es inventada, es real»
Lidia Yanel (EFE) / Toledo Día 24/11/2014 - 10.40h Fuente:
http://www.abc.es/cultura/libros/20141124/abci-historia-quijote-inventada-real-201411240828.html
[5] DRAE, 23.ª edición (2014)
http://lema.rae.es/drae/?val=quijote
[6] http://lema.rae.es/drae/?val=quijo
[7] El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, Capítulo
I, de la Primera Parte.
[8] El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, Capítulo
I, de la Primera Parte. Loc. Cit.
[9] El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, Capítulo
I, de la Primera Parte. Op.cit. p.
21.
[10] http://es.wikipedia.org/wiki/El_Toboso
[11] Se dice “toboso,
sa. 1. adj. Formado de piedra toba…” http://lema.rae.es/drae/?val=toboso
[12] Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe,
citado en: http://www.wordreference.com/definicion/toba
[13] Con la mención del neologismo litofilia -que no existe en el DRAE- no nos referimos a la supuesta
parafilia de carácter sexual atribuida a los arqueólogos y que consiste, por la
naturaleza de su labor profesional, en intentar penetrar las piedras. Nos
referimos más a la que se describe el ilustre catedrático español Amando de
Miguel. Cfr. http://www.libertaddigital.com/opinion/amando-de-miguel/litofilia-900/
[14] http://www.libertaddigital.com/opinion/amando-de-miguel/litofilia-900/
[15] El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, Prólogo.
Op.cit.